Hace unos días tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano los vinos ganadores de la  Medalla de Oro en el 31º Certamen de Calidad Vinos DOP Jumilla que Carolina Martínez Origone, secretaria general del Consejo Regulador de la DOP, nos trajo a la Escuela Española de Cata
El evento, organizado por el Comité de Formación de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino
Carolina nos habló del certamen y de los vinos, pero también de la historia, la forma de trabajar, las perspectivas y el terruño de Jumilla.

¿Dónde? En España, en un territorio privilegiado insertado entre dos comunidades autónomas: La Comunidad Murciana y Castilla La Mancha.

¿Qué? 39 bodegas reconocidas en la D.O. que elaboran unos vinos extraordinarios reconocidos internacionalmente que van escalando posiciones en los rankings vitivinícolas más importantes del mundo

¿Desde cuándo? Aunque los vinos de Jumilla o la uva monastrell llevan apenas cinco años infiltrados entre los gustos de quienes frecuentan las barras de los bares sin una amplia cultura vinícola o tienen por costumbre probar solo los vinos que se ofrecen por copas en algunos restaurantes, la D.O. de Jumilla se creó oficialmente en 1966 y lleva elaborando buenos vinos desde hace más de tres décadas.

¿Hacia dónde? Hacia la excelencia, la promoción, la altísima calidad y la formación. “Aunque somos modestos, vamos trabajando mucho en formación”, nos explicó Carolina, que sueña con una “Jumilla Wine School”.

Antes de catar nueve los vinos ganadores de este certamen anual, que se lleva a cabo envuelto de procedimientos altamente rigurosos “casi como si fuera una auditoría”, en palabras de Carolina, descubrimos los secretos más enterrados de Jumilla: un suelo calcáreo, un altiplano levantino con sierras del sistema prebético que se elevan hasta 1.000 metros por encima del nivel del mar, una tierra privilegiada entre el clima continental y mediterráneo, tres pequeñas zonas volcánicas, horizontes petrocálcicos que conforman un “efecto botijo”, viñedos de pie franco, y una vitivinicultura simple, limpia y tradicional.

De la presentación, ya cautivados por la singularidad de esta historia y de esta tierra, pasamos a la cata de nueve vinos, todos ellos calificados de sobresalientes por un jurado altamente profesional que participó en el certamen y del que Carmen Garrobo formó parte. En la lista un orange, un rosado, cinco tintos y un broche final que sorprendió y elevó a muchos de los asistentes: dos vinos dulces elaborados con la insignia de la DO, la monastrell, cuyos aromas y texturas llenaron el espacio de la Escuela Española de Cata de notas de menta con chocolate, arándanos y ciruela.

Los vinos dulces son el Amatus 2023, de Bodegas Bleda, y el Lacrima Christi, de Bodegas BSI; el orange y el rosado fueron Carchelo Orange 2024, de Bodegas Carchelo, y Señorío de Fuenteálamo Monastrell Rosado 2024 ecológico, de Bodegas San Dionisio; y los cinco tintos Infiltrado ecológico 2024, de Bodegas Casa de la Ermita, Marzas 2024, de Bodegas Delampa, Casa de la Ermita Roble 2024, de Bodegas Casa de la Ermita,  Alceño 12 Monastrell Cepas Viejas 2022, de Bodegas Alceño y Sabatacha Crianza 2020, de Bodegas BSI.

Cerramos la masterclass con la promesa de Carolina de que nos llevará a conocer esas tierras donde, además de paisajes y texturas de extraordinaria belleza, podremos degustar la excepcionalidad de sus vides y admirar la consagración progresiva de prácticas sostenibles como un enoturismo respetuoso o cooperativas de excepción.

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