• “Sabor Quijote” sitúa a Campo de Criptana como referente turístico y gastronómico. La hemos redescubierto con una mirada nueva, más íntima, más sensorial, más auténtica.
• La iniciativa, impulsada por la Diputación de Ciudad Real, ha convocado a medio centenar de agentes de viaje, periodistas y creadores de contenidos para conocer y disfrutar de su patrimonio, cultura y sabores locales.
• Un claro ejemplo de trabajo de excelente conjunto, más allá de lineamientos ideológicos de Santiago Lázaro López, alcalde de Campo de Criptana, María Jesús Pelayo, vicepresidente de la Diputación de Ciudad Real y Miguel Ángel Valverde Menchero, presidente de la Diputación de Ciudad Real.
El alcalde Santiago Lázaro ha destacado que “Campo de Criptana no se representa solo a sí misma, representa a toda la provincia y a nuestra región. Somos una de las puertas de entrada al turismo en Ciudad Real, y eventos como Sabor Quijote refuerzan nuestra identidad y potencial económico”.

Cuando cae la tarde en Campo de Criptana, los molinos no se duermen: despiertan otro tipo de magia. Sus aspas, recortadas sobre un cielo teñido de ocres, se convierten en centinelas de una historia que no cesa. Es en ese momento, entre luces y sombras, cuando este enclave de La Mancha se revela en toda su profundidad.
Molinos al crepúsculo: los gigantes que aún susurran
Los molinos de Campo de Criptana no son simples iconos turísticos: son parte del ADN manchego. Verlos al atardecer, cuando el viento amaina y el silencio se mezcla con la luz dorada, es una experiencia que muy difícil de transmitir, sin duda hay que vivirla. Las sombras que proyectan en la ladera parecen contar una novela que aún se escribe.

Caminar entre ellos a esa hora del día es como adentrarse en una escena que Cervantes podría haber descrito con pluma temblorosa. Y lo mejor: algunos siguen funcionando, moliendo trigo con el poder del viento, tal y como se hacía hace siglos, gracias a la recuperación de un oficio perdido, el de molinero.
Casas cueva: memoria habitada
A los pies de los molinos, excavadas en la roca caliza del cerro, se encuentran las casas cueva siguen en pie. Muchas de ellas, restauradas con mimo y respeto, ya no se utilizan como viviendas, pero si como talleres o espacios culturales y parte de algunas casas rurales. Cuevas que nos hablan de otra forma de vivir: fresca en verano, cálida en invierno, y que se fue perdiendo porque los que moraban en ellas eran etiquetados como pobres, quitarse la etiqueta era una necesidad y comenzaron a construir en vertical y dar modernidad renunciando al frescor natural de las casas cuevas.
Sus fachadas blancas, sus puertas azul añil y su armonía con el paisaje forman parte del encanto del conjunto arquitectónico de la Sierra de los Molinos. Son testimonio de una vida humilde, pero enraizada, que aún late.
Un mirador hacia la inmensidad
Desde lo alto del cerro, el mirador de los molinos ofrece una de las panorámicas más conmovedoras de Castilla-La Mancha. Al frente, el mar de tierras ocres y viñedos que se pierde en el horizonte. Abajo, el caserío blanco se extiende como un tapiz tranquilo.

Los atardeceres desde este punto son inolvidables: un espectáculo de luces cambiantes que acarician tejados, campos y molinos por igual. No hay mejor lugar para entender la escala y la belleza del paisaje manchego.
Sabor Quijote: periodismo con aroma a tierra
La campaña Sabor Quijote, promovida por la Diputación de Ciudad Real, no solo ha impulsado el turismo gastronómico, sino que ha permitido que numerosos profesionales del mundo del vino, la comunicación y el turismo vivan de primera mano esta transformación.
Reportajes, crónicas, vídeos y coberturas en redes sociales han brotado tras esta estancia, todos con un hilo común: la autenticidad de Campo de Criptana, donde el sabor, la historia y la emoción se funden en una sola experiencia.

Campo de Criptana: más allá del cliché
Hoy, Campo de Criptana es mucho más que la postal cervantina que todos reconocemos. Es un lugar donde la tradición se vive, no se representa; donde los molinos son reales y funcionan; donde las casas cueva siguen habitadas; y donde el paisaje invita al recogimiento, al asombro y al relato.

Entre luces y sombras, entre historia y presente, este rincón de La Mancha continúa girando al ritmo del viento… y del corazón.