Por Carmen Garrobo
• Visitamos de la mano de @destinos_manchegos el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel en el marco del programa ‘SABOR QUIJOTE 2025’, una iniciativa que impulsa acertadamente la Diputación de Ciudad Real.
• Las Tablas de Daimiel un sueño hecho realidad, con las lluvias de esta primavera la encontramos en su mejor momento, rebosantes de agua.
• Una experiencia que te conecta con la naturaleza, un hábitat familiar que las aves llevan grabado en sus genes.
En el corazón de Castilla-La Mancha, donde los viñedos se funden con la historia y la brisa lleva ecos de molinos y cigüeñas, late un humedal que ha sobrevivido a la sed del tiempo: Las Tablas de Daimiel.

Allí donde el río Guadiana y el Cigüela cruzan caminos, nació un ecosistema singular: un humedal de desbordamiento fluvial que ha sido santuario de aves, agricultores y, hoy, de turistas con prismáticos y mochilas ecológicas.
Aunque ya en el siglo XIV el noble Don Juan Manuel mencionaba la riqueza de este rincón, no fue hasta 1973 que las Tablas de Daimiel fueron declaradas Parque Nacional. En 1981, llegaría el reconocimiento internacional como Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Pero la historia no ha sido siempre amable: la sobreexplotación del acuífero 23, el regadío intensivo y las políticas de desecación del siglo XX pusieron en jaque su supervivencia. Afortunadamente, hoy las Tablas respiran con más fuerza gracias a iniciativas de restauración y educación ambiental, algunas integradas dentro de la campaña “Sabor Quijote”, que pone en valor lo manchego desde la tierra hasta la
copa.

Entre juncos y espátulas: un paraíso por redescubrir Este espacio natural de más de 3.000 hectáreas acoge más de 200 especies de aves, como la garza imperial, el pato colorado o la espátula común. La combinación de agua dulce y salobre crea un ecosistema extraordinario que convierte cada paseo en una experiencia inolvidable.
El reto ahora es mantener el frágil equilibrio entre el aprovechamiento agrícola y la preservación natural. El turismo responsable, la ciencia y las buenas prácticas agrarias son piezas clave del futuro de las Tablas.

La vista a las Tablas de Daimiel es recomendable en horas tempranas para poder disfrutar al 100% sin tener una insolación o al atardecer donde muchas especies vuelven para refrescarse, comer y dormir al fresco que estas maravillosos humerales hacen posible. Una de las mejores estaciones para visitarla es en diciembre cuando las Garzas Reales en la caída del sol vuelven a las tablas, ojo hay que tener paciencia y esperar no son relojes que marchan la hora fija, pero llegar llegan sin duda, para aportar una de las experiencias más gratificantes que puedes tener para finalizar el año.
La Motilla del Azuer: ingeniería prehistórica al sol de La Mancha
A pocos kilómetros de Daimiel, el pasado emerge entre los campos. La Motilla del Azuer, construida entre el 2200 y el 1300 a.C., es una estructura fortificada de la Edad del Bronce que sorprende por su sofisticación.

Esta motilla encierra el pozo más antiguo excavado en la Península Ibérica, con 20 metros de profundidad, destinado a garantizar el agua durante periodos de sequía.
Protegido por murallas concéntricas, este espacio era también granero, taller y refugio. En su entorno se han encontrado viviendas, hornos, tumbas y restos que evidencian una sociedad jerarquizada y plenamente adaptada a un entorno hostil.
Hay montillas cada 4 km, se presume que eran para avisarse de cualquier invasión del enemigo, desde estas elevaciones en un terreno llano, como en el que se ubica el yacimiento la comunicación estaba asegurada. Tras el retorno de las lluvias milenios atrás, el lugar fue abandonado, pero su legado sigue vivo.
En el 2013 el agua volvió a surgir de las profundidades dando una imagen que difícilmente volverá a acontecer, la marca blanca en sus paredes es el nivel que el agua alcanzó ese año.
Hoy, el yacimiento es visitable con guías desde el Museo Comarcal de Daimiel, donde arqueólogos y vecinos trabajan por conservar esta joya. El horario que os recomiendo es a primera hora que debería ser a las 7:30 en verano y no a las 9:30 donde el calor os aseguro que ya aprieta, no os olvidéis del agua y sendos sobreros para poder disfrutar de un momento único.
Naturaleza, vino e historia: un maridaje con alma manchega
Las Tablas y la Motilla nos hablan de agua, resistencia y sabiduría. De un territorio que, como el buen vino, se entiende mejor con tiempo y mirada profunda. Un destino ideal para quienes buscan paisajes con alma y relatos que calen hondo. Hoy, más que nunca, merece la pena escucharlos.